La situación provocada con el valor condicionado del dólar en aras de evitar factores inflacionarios, al menos hasta las elecciones de octubre; ha generado diversos reclamos de sectores empresarios incluidos los del ámbito financiero.
Desde el gobierno argumentan razones para justificar el procedimiento por el que habían negado la intervención citando la flotación irreal, para luego reconocerse que los manejos efectuados a través de la entidad bancaria estatal que sí interviene con el tema de cotización de dicha moneda a futuro. Sobre el tema José Luis Daza, que reviste el cargo de secretario de Política Económica, respondió a las consideraciones más que críticas, alegando que “Tenemos un tipo de cambio flotante que se determina por la oferta y la demanda”, planteó el economista, que nació en Buenos Aires, pero creció en Chile, al proyectar que el tipo de cambio “se mantendrá fuerte”.
Para fortalecer la versión que los hechos contradicen, refirió un comentario como si existiera una corriente de pensamiento ajeno a la realidad y dijo que “Los argentinos no están acostumbrados a vivir en una economía donde no hay control de cambios y de precios, donde el tipo de cambio flota y se determina por la oferta y la demanda, y por las consecuencias que eso tiene para la formación de precios”; agregando que “la economía se está comportando como pensábamos”.
Dos versiones que rayan con el absurdo ya que el gobierno libertario se ha caracterizado por condicionar los precios que en 2024 permitió liberar de manera brutal rompiendo cuanto equilibrio comercial pudo existir. Luego, para reducir números inflacionarios condicionó a los formadores de precios para que frenen los aumentos. Intervención aplicada también con el no reconocimiento de los acuerdos paritarios en función de incrementos salariales y como lo informaran días atrás, el manejo del dólar y su cotización a futuro, mediando la decisión de no comprar divisas para la reserva imprescindible, hoy inexistente.
Versión tras versión pone en evidencia el uso de mensajes que soslayan la realidad incursionando en la falsedad informativa, repetida sistemáticamente a pesar de que los números demuestran lo contrario de las afirmaciones económicas. Y si faltara otro ejemplo, Daza justificó el déficit de la balanza comercial superior a los U$S 5000 millones, alegando que en un país que “crece al 6%” (?) es razonable un déficit del “2%” anual como “algo absolutamente esperable” ya que no provoca problemas en el corto plazo.
Conclusión final que permite inferir que en el largo plazo sí sería gravitante. Dicho plazo (el largo) bien podría ser en junio de 2026 un año antes del fin de la gestión. Mejor no imaginar lo que las versiones están reiterando en cuanto a un desenlace gravísimo tras este proceso de una administración económica, alimentada por un proceso de endeudamiento permanente que ya exhibió algunas alarmas, por ejemplo, al no haber logrado renovar el vencimiento reciente, con un 40 % de acreedores optando por recuperar capitales en lugar de volver a recibir papeles del Estado.
Tras otras consideraciones algo rebuscadas y en diversas direcciones el funcionario aseguró que “La Argentina es un país que está descapitalizado, y en un sistema de precios libres, con flotación, los precios van a hacer que ese capital venga al país y se traduzca en mayor inversión y crecimiento. Es muy posible que cuando hacemos la evaluación del tipo de cambio a futuro, el mercado esté mirando y descontando esos flujos de capital”. Nueva vieja versión que ya escuchamos en otros gobiernos neoliberales prometiendo inversiones que nunca vinieron a la Argentina, mientras sí se retiraban grandes capitales de especulación como los que llamaran “golondrinas”. Investigar o hacer memoria es un modo de comprobar las advertencias que se citan en esta nota desde OP.