Días atrás el presidente de los EEUU, Donald Trump, dio marcha atrás con el arrebato amenazante contra el Mundo dejando sin efecto los altos impuestos a la actividad comercial internacional. Aranceles a la importación que reemplazaban a los misiles también amenazantes de la paz mundial. Del otro lado Xi Jinping se avino a la llamada tregua que en principio sería por 3 meses. No sabemos si para repensar el grado confrontación o si el plazo encubre una nueva ofensiva mediando una asociación con otras potencias que suelen estar asociadas con dominante país cuyo gobierno mantiene fresco el estilo expansionista.
Por lo pronto en Wall Street se dan movidas favorables a los grandes accionistas que retomarían el ritmo de trabajo en el marco de la frenada anti locura de desbaratar el mercado internacional. Si bien la marcha atrás enfrió algunas mentes no es menos importante que desde China se hayan avenido a la lógica del equilibrio mundial. Cuanto más se abran los mercados mejores serán las oportunidades en tanto se potencie la producción nacional para entrar en el “toma y daca” y no sólo comprar productos foráneos.
Sobre la bolsa de Nueva York informaron que en un par de semanas recuperaron todo lo perdido en 2025, concluyendo en que el cambio de caprichos de Trump reabrió las puertas al bienestar empresario, económico y consecuentemente financiero.
Claro está también que la llamada “guerra comercial” impulsada por la gestión Trump, o por el presidente personalmente, estuvo lejos de generar mejoras ya que el desequilibrio se sintió de inmediato en un mundo que necesita coordinaciones y no agresiones expansionistas, sujetas al humor de este tipo de personas acostumbradas a la imposición y peor aún, desde el poder una de las máximas potencias mundiales.
Claro que en todo este juego, está el súper banco JP Morgan que no deja de advertir sobre los riesgos, en tanto siga este modelo estadounidense de Donald Trump, del que se sospecha que no dejará de insistir con sus antojos desequilibrantes. Una estrategia para avanzar en espacios ajenos tal los casos de Groenlandia o México. En el gran país del Norte existen diversos problemas y entre otros, la reiteración del festival económico financiado con deudas incalculables, de las que Trump no atiende como un problema sino que además estimula.
De hecho insiste en lograr reducción impositiva pero al menos, sujeta a lo que decida el Congreso Nacional. Una gran diferencia de lo que Javier Milei/Caputo/Sturzenegger impulsan en Argentina pero de espaldas a la autoridad que debe modificar el sistema específico. En simultáneo la deuda creciente de un país con políticas arrolladoras que debe sostener con poder económico, que a su vez respalda con el armamentismo de alto nivel.
Claro que están los actores que siguen los procesos económicos y por ejemplo vale citar a las calificadoras de riesgo como Standard & Poor´s, Fitch Ratings y actualmente Moody´s; coincidiendo a través de los años en advertir y criticar el crecimiento de la deuda pública estimada en unos U$S 36 billones. A pesar del volumen polifacético de los EEUU éstas y otras entidades financieras, no dejan de advertir lo que en Argentina se promueve mientras buscan más financiamiento con deudas impagables; que incluyen como en los EEUU despertando alarmas; la fuga de capitales previo negociar con papeles financieros emitidos por el Tesoro.
Los bonos estatales son un producto preciado que en el país del norte se intentan cuidar para evitar esa fuga de capitales cuando el endeudamiento aumenta. Criterios distintos que generan incluso enfrentamientos entre funcionarios de la economía y el presidente Trump.
Finalmente hay que tener en cuenta que en medio de una especie de salvajismo geopolítico, la economía suele despertar esas alarmas que llevan a repensar en la lógica necesidad de gravar las grandes riquezas que habitualmente concentran grandes capitales y tributan como un modesto productor hortícola o monotributista, cuyas arcas sin mayores controles.