Otro de los gobernadores que no muy enfáticamente dice estar en desacuerdo con el presidente Javier Milei, es el tucumano Osvaldo Jaldo. Mandatario que tras mantener una relación favorable al gobierno nacional, parece no haber logrado las compensaciones que las negociaciones esperaban. Se supone que las hubo en función de las asistencias legislativas de las que incluso los observadores políticos y económicos dicen que el apoyo del pasado inmediato fue innegable. Para ello hay que recordar el apoyo de legisladores por Tucumán con la Ley Bases, la anulación por Decreto a la ley de financiamiento universitario y de hecho, con la decisión de dividir el bloque de diputados peronistas para apoyar políticas libertarias.
Pero las realidades que van surgiendo en distintas jurisdicciones tal el caso de Tucumán, muestran por ejemplo la salida de grandes empresas que en su tiempo de ingreso disfrutaron de grandes beneficios otorgados para su instalación. El Estado ausente o desfinanciado no puede hacer mucho en estas relaciones y si se le suman los efectos de las restricciones y la crisis económica y social, los negocios empresarios también decaen y en este caso se cita a la empresa sueca Scania por el cierre de la planta y la firma Topper impactada por la baja de ventas y su decisión de suspender personal. Componentes que complican la escena de los empresarios y más aún de trabajadoras y trabajadores privados de sus fuentes de ingresos.
De allí que el gobernador Jaldo debiera alejarse políticamente de Milei alegando que la llamada macro economía “Es importante, pero no suficiente”, ya que “a la Nación tiene que irle bien, pero con las provincias incluidas”. En realidad a la Nación tampoco le va bien (aunque Jaldo intente rescatar la “macro) y está cada vez más lejos de lograrlo, mediando la evidencia de ello llamada endeudamiento permanente en cifras que suman capitales impagables.
Tras el desencanto Jaldo apoyó el aumento a las jubilaciones, la emergencia en discapacidad y la necesaria moratoria previsional.
Por obvias razones a partir de uno de los tantos engaños, el gobernador tucumano también piensa en el futuro de la gestión y refiere que “La macro es importante, pero no suficiente. Hay que ver si nuestras empresas hoy están en condiciones de competir con otros países del mundo frente a la liberación de las importaciones. La situación nos está demostrando que no”. En realidad no hay nada que esperar a ver, ya que el mismo reconoce en su declaración que las empresas no están en condiciones de salir al mundo a competir.
Asimismo agregó que “La Nación debe mantener un diálogo más profundo con las provincias. Yo puedo ser dialoguista, pero dialogo en favor de la provincia de Tucumán. Cuando nos tocan lo que nos corresponde a los tucumanos, vamos a dialogar un poco más fuerte. A la Nación tiene que irle bien, pero con las provincias incluidas. Que no pretenda el Presidente que le vaya bien al gobierno nacional mientras a los 23 o 24 distritos del interior nos va mal”.
Las políticas nacionales son claramente centralistas y concentradoras del capital que debe compartirse con todas las jurisdicciones al menos para mantener un estado aceptable.
Milei niega recursos económicos tradicionales paralizando obras públicas, afectando gravemente el mantenimiento de rutas cuyo financiamiento vía precios de combustibles quedan en el Tesoro Nacional, al igual que los saldos recortados a la redistribución de impuestos coparticipables. Centralismo feroz insaciable e irresponsable en la administración de una Nación integrada por provincias generadoras de la riqueza diversa.