Un tema que parece ajeno al interés nacional es la protección y la situación de la Marina Mercante. Ya en el gobierno de Carlos Menem fue prácticamente descartada en sus funciones afectando la soberanía en el servicio preferencial de transporte de la flota nacional. Fue aquel un proceso privatizador y destructor de la industria y los servicios nacionales, que en esta etapa que encabeza Javier Milei acompañado por Caputo y Sturzenegger, ha sido reflotada con la impunidad propia de un régimen extraño.
Descartar o complejizar el desempeño de la flota de ultramar, reducida de 190 a escasas 20 embarcaciones, fue una de las metas del menemismo para abrir los cursos de agua a empresas extra nacionales. Estos mentores del cambio con chapa de anarcos capitalistas, no hacen más que reimplantar el modelo arcaico que incluso Martínez de Hoz con Rafael Videla, impusieron durante su dictadura; repetido por Menem y ahora, por un gobierno que ha devastado el espacio que prioritariamente debería atender o regentear el Estado Nacional. Por ello Sturzenegger impulsó con apoyo de Milei, el proceso de desnacionalización.
Vengan de donde vengan los barcos con personal foráneo bajo normas laborales contrarias a la legislación argentina. Menos nacionalidad, menos producción y servicios que reemplazan con importaciones y mayores beneficios impositivos que se le niegan a las empresas nacionales.
Absurdo de bajar los costos para mejorar la actividad, sin medir la peligrosa consecuencia laboral, económica y social de nuestras empresas y nuestros trabajadores.
Súmese el libertinaje que habilita administraciones y reglas foráneas descartando leyes nacionales y con ello, reitero, traicionando la soberanía argentina. Variantes que incluyen que el/los empresarios extranjeros tributen en sus sedes foráneas y de hecho, ocupar personal de otros países, restando ingresos económicos y la oferta para los argentinos y argentinas.